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Fernanda Montaño
19/julio/2022
Imagen: Servicio Meteorlógico Nacional - Conagua
La palabra "sequía" ha empezado a cobrar sentido para todo el país. Al menos 571 municipios tienen algún tipo de sequía; sin duda el caso más sonado es el del gobernador Samuel García, quien dice que no es Tláloc para hacer que llueva en Nuevo León y tampoco se encarga de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para que le suministre agua a los diversos municipios a su cargo.
El pasado 12 de julio, servidores de Conagua se dieron a la tarea de bajar a las áridas presas del norte del país para que, a través del Diario Oficial de la Federación (DOF), se confirmara que no hay agua en Nuevo León. Como si aquellas personas, que por meses han comprado un garrafón de agua en 50 pesos, no se hubieran dado cuenta esto.
Tal parece que la Conagua estaba esperando hasta que la última gota de agua se evaporara para poner en marcha acciones y medidas ante el problema. Tal disyuntiva llevó a que el Gobierno de México firmara un tratado con la ONU que tenía como objetivos mejorar la calidad de vida y permitir a los pobladores el acceso obligatorio al agua potable... ni cómo explicarles.
Foto: Head Topics (México)
Desde hace muchos años, la Secretaria de Educación Pública optó por agregar a los programas de estudios básicos el tema del cuidado del agua. Las escuelas se llenaban de cárteles con la leyenda “Cuida el agua”. Nos enseñaron a bañarnos con cubetas y a cerrar la llaves para no desperdiciar; buscaban advertirnos.
“Crónica de una muerte anunciada” se lee en las fatídicas narraciones de problemas ambientales. Todos sabíamos que nos quedaríamos sin agua tarde o temprano, excepto las autoridades competentes, quienes debieron tomar esos cursos.
Aunado a los programas de concientización ambiental, hace año y medio, el Valle de México se preocupaba porque la presa del Cutzamala se estaba secando; por fortuna, las lluvias amenizaron el miedo de los capitalinos, pero, además de comunicados de la cantidad de agua almacenada, nunca vimos que se movieran las manos de la institución encargada.
¿Esperamos la tragedia para actuar? Tuvo que ocurrir un accidente en la línea 12 del Metro para que se dieran cuenta que tenía fallos. México tuvo que experimentar largas filas para llenar un barril de agua para que actuara; ahora, con la soga en el cuello, las acciones ya no bastan.
Imagen: SEMARNAT (2012-2018)
Era un secreto a voces que el agua en el mundo se terminaría. Si bien no podemos evitar la tragedia ambiental, la Conagua estuvo lanzando iniciativas "a cuentagotas" para salvar y procurar el 15% de agua que almacenaban las presas algunos meses atrás.
Una, dos y tres gotas de agua menos... vamos a decirle a la gente que evite hacer labores que involucren el líquido. Cuatro, cinco, seis gotas de agua menos... ahora digámosle a la gente que les vamos a quitar el agua a las 3 de la tarde, la racionaremos y, como si de quincena en los últimos días se tratase, vamos a "estirarla".
Siete, ocho y nueve gotas de agua menos... ni modo, vamos a multar a quienes usen de más el agua. Diez, once y doce gotas de agua menos... nada funciona. Sube los precios para que no compren más.
¿Por qué actuar tan tarde? La Conagua tenía la posibilidad de tomar medidas desde que notaron que había menos agua de lo normal. Tuvieron que bajar a una presa seca a confirmar que no tenía agua para declarar sequía y poner en marcha los planes de prevención que no aparecen en las páginas oficiales de la Comisión hasta ahora.
Estragos de la sequía en la represa "La Boca" de México
Foto: Reuters (Daniel Becerril)
El presidente López Obrador mencionó que una de las medidas es reducir el abasto de agua las compañías de cerveza y refrescos para su producción. ¿Reducir el qué? Ya no se puede exprimir la tierra seca. Por años, aquellos que se dedican a gritar por el medio ambiente han pedido que se reduzca este excesivo consumo; lo único que han conseguido es ser silenciados mediante la muerte.
Que Tláloc escuche a Samuel García y que haga que llueva por seis horas para que consigan un abasto mínimo en Nuevo León. Que las autoridades escuchen los dichos que son bien dichos: “más vale prevenir que lamentar”, antes de que la tierra se parta y los cultivos no florezcan. Deberían poner en acción las medidas necesarias para que los estados "en alerta" no pasen por esta terrible situación.
Pero antes de que se implemente una acción que no evite la tragedia, que se escuche a quienes sí tienen algo que decir y que podrían evitarlo. Basta de callar a quienes tienen razón.
Es momento de poner en una balanza a la población y a las fábricas que gastan y contaminan miles de litros de agua, aunque en esta batalla creo que todos ya sabemos quienes serán los vencedores.