Hace algunas semanas se informó que ya sumamos 8 mil millones de habitantes en el mundo, lo que implica múltiples desafíos para el planeta y que dependen -en gran parte- de cómo gestionemos los recursos naturales.
Por: Andrea Calva Torres
16 de enero de 2023
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el pasado 15 de noviembre de 2022 la población mundial alcanzó los 8000 millones de personas, y aún se espera que durante 2023 India supere a China como el país más poblado del mundo, lo que podría suponer que el planeta llegue a tener alrededor de 500 millones de habitantes en 2030 y 9700 millones en 2050.
Actualmente dos tercios de la población mundial vive en un país o área donde la fecundidad es menor a 2,1 nacimientos por mujer, lo que sería el nivel aproximado para mantener el aumento de polución en lugares con mortalidad baja. Sin embargo, a pesar de que a partir de 1950 el ritmo de crecimiento poblacional ha sido más lento,manteniéndose por debajo del 1% en 2020, se espera que la población de 61 países disminuya en un 1% o más entre 2023 y 2050.
El subsecretario general de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, Liu Zhenmin declaró al respecto que “la relación entre el crecimiento de la población y el desarrollo sostenible es compleja y multidimensional. El rápido crecimiento de la población hace más difícil la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y la desnutrición, y la expansión de la cobertura de los ecosistemas de salud y educación”. Además, señaló que la proyección de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), principalmente los relacionados con salud, educación e igualdad de género contribuirán a “reducir los niveles de fecundidad y desacelerar el crecimiento de la población mundial”.
Hasta ahora, los científicos han coincidido en que la raza humana ha traspasado los límites planetarios, excediendo el espacio operativo seguro, incluso en comunidades pequeñas, generando así graves impactos ecológicos. En este sentido, el impacto que se produce también es resultado del aumento en las demandas, al sustentar el consumo per cápita, lo que se traduce en poblaciones más pequeñas pero con impactos ecológicos mayores.
El informe publicado por el Club de Roma, titulado Earth 4AII ha informado que los países -particularmente los más industrializados- deberían reemplazar la búsqueda del crecimiento económico con medidas más amplias de bienestar social y ecológico. Como consecuencia esto proporcionará una disminución en el consumo de materiales, sin perjudicar la calidad de vida general.
Asimismo, señala que necesitamos prácticas regenerativas y soluciones locales para asegurar la fabricación y la producción de alimentos, ya que aproximadamente el 30% de la comida a nivel mundial es desperdiciada debido al consumo excesivo y los estándares estéticos. De esta manera, apostar por una “economía del bienestar” como una alternativa de desarrollo puede ser capaz de combinar una alta calidad de vida con impactos al medio ambiente reducidos.