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El cambio climático devasta el viejo continente

“Es en Europa donde nació la modernidad y el capitalismo que amenaza, hoy en día, alterar irreversiblemente el equilibrio de la biósfera. Dicha cadena de alteraciones ha afectado principalmente a los espacios del Sur Global, más vulnerables ante ésta, por lo que su fuerte irrupción en Europa podría abrir la puerta a políticas públicas más asertivas”.



Foto: Ouest-France. La Loire Atlántica en situación de crisis.


22 de agosto de 2022

Por: Arturo Vallejo Toledo

Este verano ha traído los efectos del cambio climático con una fuerza inédita en Europa. La Península Ibérica sufre temperaturas más altas que Marruecos, un largo y atípico invierno en Rusia dio paso a un violento aumento de temperatura, Gran Bretaña atraviesa una terrible sequía y docenas de incendios y el Valle de la Loire, húmedo corazón de Francia, se está secando.

Las Islas Británicas siempre han sido un lugar lluvioso, donde los cielos grises y los campos verdes han forjado la cultura colectiva. No obstante, este verano el Reino Unido sufre una fuerte sequía que ha dejado el tradicional paisaje verdoso de un enfermizo color amarillento. Los incendios no dan tregua a lo largo de las islas y la red ferroviaria ha tenido retrasos y cancelaciones fruto de las altas temperaturas.

A mediados de julio de este año, las autoridades británicas dieron a la población la instrucción de no salir de ser posible en las mayores horas de sol y evitar manejar en carretera ante el calentamiento del asfalto. Las instrucciones evidencian la importancia de la sequía en un espacio tradicionalmente húmedo y conocido por sus abundantes lluvias.

En Moscú, capital de Rusia, el invierno se alargó atípicamente. A principios de abril una fuerte nevada cayó sobre la ciudad y tan sólo a finales de junio la temperatura había escalado a niveles normales en los trópicos, pero no en aquellas latitudes. El conflicto entre Rusia y Ucrania no ha hecho más que agravar el equilibrio de la biósfera, al dañar grandes extensiones de naturaleza y al emitir los ejércitos elevadas cantidades de gases de efecto invernadero (GEI).

En el valle de la Loire, uno de los sitios turísticos más importantes de Francia, los ríos llevan cada vez menos volumen de agua. El 21 de agosto la estación de Châtillon-sur-Cher promediaba un flujo de 9.3 m3 por segundo en comparación con la media habitual de 17.5. El 13 de agosto del mismo año el flujo era aún más bajo, apenas 3.5 m3 por segundo. Las imágenes de la sequía desde la Loire son desoladoras.

El río Cher posee una importancia histórica en el país galo. Los reyes y reinas asentaron sus castillos en el idílico valle de la Loire, que constituye hoy en día un centro cultural y turístico de Francia. Justamente aquí se alza Chenonceau: “el castillo sobre el agua” cuyos cimientos, tanto tiempo sumergidos bajo las aguas del río, corren el peligro de desmoronarse si se secan.

Que el cambio climático golpee con tanta dureza a Europa este verano parece cuestión de justicia. En este territorio surgió el pensamiento moderno –que pone al ser humano como juez y medida de todas las cosas–, el capitalismo y se dio la Revolución Industrial que comenzó a expedir GEI a la atmósfera. Desde entonces el Occidente, y más específicamente su burguesía, ha perseguido la quimera del eterno crecimiento económico a costa del medio ambiente. Adicionalmente, el cambio climático ha afectado principalmente a los espacios del Sur Global debido a su mayor vulnerabilidad al mismo y a la conexión indisociable entre violencia estructural social y la dimensión de clase de la crisis climática.

Cuando Estados del Sur Global sufren las consecuencias del cambio climático, la agenda internacional apenas presta atención. Los incendios en México, la disrupción de los ecosistemas en Mongolia, el aumento de temperatura que amenaza a Maldivas y a muchos Estados del Pacífico Sur, la sequía en regiones de África, etc. No obstante, ahora que el desequilibrio de la biósfera se hace presente con tanta fuerza en Europa –y en otras partes del mundo Occidental como Estados Unidos o Australia– hay una esperanza de que los gobiernos comiencen a tomar medidas más asertivas, si no porque les importa el medio ambiente, por el sencillo deseo de conservar sus privilegios.

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