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En boca de pocos: llegó la feria



Llegó la feria

Jaime Ortiz


La feria había llegado al barrio como cada año y con el sigilo que la caracteriza. Los vecinos no se enteraban hasta la mañana siguiente, cuando parecía que los juegos mecánicos nacían de los charcos y los baches. A mí me emocionan estas fechas por el cumpleaños de mi padre, el pan y sobre todo por la posibilidad de escuchar nuevamente el anuncio del mejor evento que puedas vivir por "10 varos".



“Ahí la tienen ustedes, vivita y de carne y hueso,

como se las venimos anunciando, señorita salude al público.

Muy buenas noches. ¿Cuál es su nombre?

Azucena. Bonito nombre de flor para tener un

horripilante cuerpo de lagarto, ¿verdad?, pero díganos señorita,

¿cuántos años tiene?. Quince años.

¿Dónde fue capturada?. En la Isla de cedro.

Ella fue capturada en la Isla del cedro, allá en Villa

hermosa, Tabasco, pero ¿por qué se encuentra en ese estado?.

Por ser desobediente con mis padres.

¡Increíble pero cierto!, pero dígame, ¿le gusta la música?.

Bastante. Ahora por último, mueva su cuerpecito

y despídase del público que la vino a ver y a conocer.

Gracias y muy buenas noches.

¡La mujer lagarto!”


Y no solo eso... el espectáculo venía acompañado con más animales como lo era el gatonejo, el gallo-pingüino, el gallo con cuernos, el borrego con seis patas, la vaca con ocho ojos, la cabra con cuatro cuernos, el ratón de dos cabezas, la gallina con tres patas... ¡Lotería!. Todos se resguardaban en un remolque de lámina que, en ocasiones, abría lo que parecían ser ventanas para develar partes de los animales, y que así la gente se animara a pagar su boleto. En la entrada se encontraba un collage formado con recortes de periódicos amarillistas donde se leían los descubrimientos de más bestias malformadas.


La mujer lagarto, en ocasiones sustituida por la mujer serpiente o tarántula, tiene muchos nombres y varios rostros: Azucena, Marbella, Wendy. Sus orígenes son distintos, así como las causas por las que su cuerpo está cubierto de escamas. Todas ellas tienen una predilección por el baile, pero están lo suficientemente cansadas para no moverse cuando las miran.


No se dejen engañar. Puede que su cuerpo parezca de yeso, plástico o de un animal disecado, pero eso aparenta en ciertas épocas del año. Su dieta consiste en pececitos de colores, frutas y verduras, aunque no le hace el feo a los tacos.


Me consideraba un experto en ese tipo de atracciones, pues en cada feria de pueblo donde se encontrara una de ellas nunca falte a mi valor de entrar. Claro, aun con los ojos entrecerrados por el miedo y la curiosidad, no dejé de sentirme estafado tras pagar los correspondientes "10 varos" y aún así repetía el recorrido. Estaba claro que, una vez más, iría a buscarla.


Más que una feria, parecía el Michelada Fest, puesto que había casi un puesto por metro cuadrado. Los chavos muy "Ella es callaíta, pero pal sexo atrevida…" y los dones tan "No te preocupes mi amor, es verdad la voy a ver"; es decir, una guerra sin tregua por ver cuál puesto tenía el sonido más escándaloso, con todo y las bocinas reventadas.


Quizá en otro tiempo, cuando no me importaba mancharme la playera de chamoy, me hubiera animado a subirme. Pero ahora solo podía ver el polín podrido que sostenía el dragoncito mecánico que se balanceaba de un lado a otro cargado de niños. La estructura del juego estaba adornada con arte de barrio —el favorito de cualquier museo europeo— en sus rótulos estaba un minion vestido de rambo junto a un Batman con dismorfia corporal. Del otro lado, un desafortunado Romeo Santos, con más de 50 dientes en la sonrisa, invitaba a apartar la mirada.


Los padres aprovechaban ese momento para disfrutar sus "gomichelas", las patitas de pollo cocidas en un vaso de unicel o un champurrado. "Mira, mamá", gritó una chiquilla mientras señalaba a un perro que intentaba abrir una bolsa de basura a lado de un puesto de elotes. "¡Ushcale!", gritó la señora del carrito con la olla hirviendo para espantar al animal. Éste se fue corriendo y se escondió debajo de “El Remolino”, donde las personas sentadas dentro de las medias lunas giraban, siendo empujadas por los chicos danzando sobre la plataforma rotatoria.


Alguna vez Lalo, un compañero de CCH que nunca salió de "Las Canchas", me contó que su familia se dedicaba a la feriada. En una ocasión, mientras le habían dejado encargado “El Remolino”, una chava, de esas que quieres que te reserven el lunarcito que tienen en los labios, se subió al juego junto con otra de sus amigas.


Lalo no le quitó la mirada en todo momento; ni siquiera se perdió la oportunidad de apreciarla más cerquita con esos ojillos aciruelados. Cuando fue a abrocharle el seguro del asiento, el show comenzó. El locutor se sacó algunas frases engañosas y charlatanas: "Esta máquina se para cuando la gente deje de gritar", "Al que baje las manos, lo bajamos" o "Esa de blanco no está gritando. Por ella lo vamos a parar".


Y la de blanco, a la que Lalo no descuidó, comenzó a gritar emocionada, luego confundida y al final horrorizada. Ese gritó se propagó entre los demás, tanto en la plataforma como en quienes miraban desde abajo. La chica salió disparada desde su asiento en plena vuelta, directo hacia un motor descubierto de la máquina en el centro. El sonido fue espantoso. Entre el chirrido de los engranajes forzados se extendía el largo y doloroso grito de ella con los huesos quebrándose mientras le atravesaban la piel. Poco a poco, el mecanismo se fue deteniendo, hasta quedar parado por completo.


Lalo contó que nunca imaginó que un cuerpo humano pudiera lucir así. Nadie lo invitó a cuidar de sus juegos nunca más. Después vinieron los policías, las preguntas y las acusaciones entre los cabellos enredados en el motor. Lo único claro era que los titulares del día siguiente serían tan de "mal gusto" como creativos.


Al darme cuenta que no habría mujer lagarto, y que la noche solo prometía el vómito de los infelices que orinaban lo que quedaba de sus miches en la banqueta, le pedí un elote a la señora espantaperros y me regresé a casa. "Sí, con todo, por favor... Ándele, ese 'del que pica'".


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