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En boca de pocos: El ocaso de las estrellas

30 de marzo de 2023

Por: Jaime Ortiz


Las grandes intrigas que envuelven la mitificación de las personalidades ligadas al cine siempre están ligadas a sus vidas personales, no a la realización de su trabajo, que al fin y al cabo es lo único que en verdad no muestran de ellos. Por ello, dentro del espectáculo más grande que ofrece la gran pantalla, siempre se ha tenido curiosidad por explorar al Hollywood más espeso, detrás de las paredes de sus hogares, donde esas estrellas se opacan.


La mayor parte de estos aspectos deben estar presentes (o se debe construir) dentro de una película para poder afirmar que se cuenta con un lenguaje de cine; en la película Sunset Boulevard (1950) una sátira hacia el Hollywood antiguo dirigida por Billy Wilder, podemos ver reflejados los aspectos del lenguaje cinematográfico.


Samuel “Billy” Wilder nació en Sucha, en Austria el 22 de junio de 1906, fue un director y guionista de películas con comedias, cine negro, drama, sátira y suspenso. En 1929 inició su acercamiento al cine escribiendo muchos guiones de películas alemanas hasta que durante el Nazismo tuvo que huir, primero en Europa a Francia en donde dirigió su primera película.


Poco después decidió ir a América, específicamente en Hollywood tuvo la oportunidad de seguir desarrollando sus guiones e incluso colaborar con sus maestros, los directores Ernest Lubitsch y Erich Von Stroheim; su primera película en Norteamérica fue en 1942. A pesar del avance de las tecnologías y de la industria cinematográfica y de producción en Hollywood Wilder pudo continuar realizando algunos proyectos más hasta su muerte en 2002 a los 95 años.


Por otro lado, una vez encaminado en su trayectoria fílmica, pareciera que las estrellas se alinearon en su camino cuando pudo alcanzar su consolidación en el séptimo arte con Sunset Boulevard (1950). Esta película se estrena aún dentro de un periodo de cambios en el mundo del cine, unos años atrás con la película “El Cantante de Jazz” se había dado el inicio del cine sonoro y poco a poco esta técnica junto con las nuevas tecnologías permitieron el perfeccionamiento hasta poder presentar una película totalmente hablada y dependiente de los diálogos para la narración.


Esta transición no solamente afectó positivamente a la industria, sino que perjudicó a muchos de los actores haciéndoles terminar su carrera ya que no lograron adaptarse al cambio, parte de esto es lo que se plasma dentro del filme Sunset Boulevard, ya que se personifica esta decadencia, la resignación que las actrices y los actores tuvieron que vivir en aquella época el dejar atrás lo conocido para insertarse en un nuevo ambiente y dar paso al cambio.


Algunos de los críticos y aficionados al cine rechazaron la película tomándola como un ataque por parte del director a la industria del cine y sobre todo a Hollywood quien lo vio crecer; sin embargo, el público general recibió esta película con grandes críticas, principalmente apreciando y felicitado por los cameos de algunas personalidades que eran conocidas en el medio. Esta obra tan aclamada como esta fue nominada a once premios de la academia, de los cuales ganó únicamente tres.


La cápsula del tiempo


Además de Norma Desmond, Joe Gillis y Max Von Mayerling, hay otra gran protagonista en la película: la mansión de Norma. El inmueble sirve como una cápsula del tiempo donde poco a poco se descubre en su propia decadencia. No es casualidad que el primer acercamiento de Joe con la mansión tenga que ver con la muerte, en ese caso la del chimpancé de la familia, que más tarde sería enterrado en la misma casa.


La casa de Norma es una extensión más de su persona, la decoración exageradamente lujosa, las paredes repletas con su rostro y lo anticuado de sus reliquias reflejan muy bien cómo se amuebla la cabeza de la actriz. No hay cerraduras en las puertas por los intentos de suicidio de la propietaria debido a sufrir episodios de gran melancolía, no hay barreras físicas para conocer sus secretos, sino que el verdadero misterio se encuentra detrás de las sombras, las cuales poco a poco se van dispersando.


Uno de los puntos importantes a tratar cuando se aborda Sunset Boulevard está relacionado con la sonoridad del filme. La música aparece en ciertos puntos de la película de manera totalmente orgánica, música de otro tiempo que habita en la mansión, misma que sirve de cápsula del tiempo.


Pero, ¿para qué crear una cápsula del tiempo para Norma?. Más allá de lo evidente, de que todo aquello es producto de las glorias pasadas y una fortuna que aún permanece en la chequera de Norma, la casa sirve como un capullo protector, que también se extiende cuando sale de su hogar por medio de su automóvil, una máquina igual de vieja para que no se pierda la ilusión del pasado. Se generaron alrededor de Norma las condiciones similares de una pecera confortable para la supervivencia del pez.


En ese gran palacio que pareciera ser la mansión de Desmond, Max Von Mayerling, interpretado por Erich Von Stronheim, es el encargado de que todo se mantenga en orden. No solo se dedica a cuidar de la casa, sino también a Norma. Es su personal de servicio, su mayordomo y su chofer. En la mayor parte de las tomas en las que Joe y Norma se encuentran en la sala es posible ver a Max en el fondo, expectante a lo que pueda suceder.


La metodicidad y escrupulosidad de Max está íntimamente relacionada con dos aspectos: el amor que tiene por Norma y los rasgos que sigue compartiendo con la dirección de cine, su anterior oficio. Max también está preso en esa cápsula del tiempo que él conforma y alimenta, bien sea obedeciendo a los caprichos de Norma como la organización de una fiesta de año nuevo a la que no irá ningún invitado o escribiendo cartas de unos falsos admiradores que siempre llegarán al buzón de la señora Desmond.


Las palabras de Norma en cierta parte del filme, definen un sentimiento profundamente afectado “Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas”, las cuales también empapan a Max, que en el exilio de Desmond decidió acompañarla. Norma vive como si estuviera dentro de una película escrita alrededor de una gran redención, del héroe olvidado que regresará a lo grande y llevará su mundo a como fue antes de su caída. Su egolatría oculta un sentimiento frágil dentro de ella, darse cuenta del olvido en que cayó y que dejó atrás su vigencia. Su ritual de ver películas protagonizadas por ella misma da a notar una de las únicas verdades: en la pantalla no se envejece.


El homenaje al cine mudo se encuentra en todas partes, además en la propia Norma, que en escencia es la personificación misma de esas producciones. Ella misma hace distintos tipos de rutinas clásicas de aquellas películas en una escena donde intenta entretener a Joe. Bailando y dando vueltas con un paraguas, o interpretando a una versión de Charles Chaplin caracterizada como el inconfundible vagabundo.


Norma Desmond es más expresiva con su lenguaje corporal, su figura se destaca entre el humo de su cigarro y la luz del proyector detrás de ella, su perfil fino y respingado destaca sus grandes momentos en la pantalla grande mientras planea su gran regreso, el cual nunca se da debido a que el guión nunca es aprobado por el director con el que trabajó hace mucho.


Todo lo mencionado es parte de un gran mosaico en el que se desenvuelve la película de Wilder. Una crítica dura a la transición del cine mudo al sonoro, resaltando los contrastes entre uno y otro, pero sobre todo dejando en claro que nada es para siempre, y que las épocas doradas terminan en algún momento. La situación que genera toda la encrucijada en la que se envuelven los protagonistas de la película está en la aceptación de esta caída, o en el hundimiento en conjunto con ella.


Se puede ver que gracias a la influencia que Eric von Stroheim tuvo sobre Wilder, la película cuenta con ese sarcasmo que es tan característico del director logrando conservar las situaciones divertidas sin dejar de lado la amargura que Wilder buscaba plasmar en las acciones de los personajes.


En su momento, la cinta de Wilder se convirtió en un clásico instantáneo, hoy tiene más que merecida esa distinción. Claramente es una película que con más de 50 años sigue maravillando a los espectadores y demostrando el lado truculento y oscuro de un hollywood que si bien ya no existe, nunca dejará totalmente de ser en muchos casos el ocaso de las estrellas.


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