top of page

En boca de pocos: la cuentista que debes leer

"Las opiniones y puntos de vista expresados son responsabilidad única y exclusivamente del autor o autora en cuestión. Contraapunte Group se deslinda totalmente de la información y los planteamientos vertidos en esta columna”


Jaime Ortiz

21/julio/2022


Anteriormente, he escrito sobre este problema: la invisibilización de las autoras en el panorama literario latinoamericano. En aquellos tiempos, era la poesía la que le pasaba factura la historia, dejando fuera a las grandes poetas de sus “antologías definitivas” u “ómnibus”. Y a pesar de que cada vez hay más espacios dedicados a las escritoras y sus plumas, me parece que aún existen muchos cercos por saltar para encontrarnos con "El Dorado", aquella riqueza escondida en las letras de las páginas olvidadas de mujeres creativas y creadoras.

Los esfuerzos institucionales han intentado brindar voz a las escritoras que, desafortunadamente, no gozan de los reflectores que avasallan a Poniatowska, Castellanos, Garro, Glantz, etc. Pero está por demás decir que se quedan cortos, sobre todo cuando se siguen ignorando casos tan urgentes como reediciones de textos que desaparecieron entre los cambios generacionales en el mundo intelectual.

En 2019, la UNAM lanzó una colección editorial llamada “Vindictas”. Que, como su nombre sugiere, pretendía proteger y difundir, con un sabor muy parecido a la reivindicación, las obras de distintas autoras que fueron olvidadas o silenciadas, pues no se les ha editado en más de 20 años. Después, el interés pasó de las escritoras de los ochenta a las cuentistas de mediados del siglo XX, y finalmente se decidió hacer un recorrido por poetas latinoamericanas. Claro está que esta iniciativa pareció muy encantadora en el papel, pero la cosa fue distinta al darse cuenta del catálogo de autoras.

Sin embargo, las escritoras incluidas en las listas de “Vindictas” no son desconocidas en publicaciones de editoriales estatales o paraestatales. Un ejemplo de ello es De ausencia, de "La China" Mendoza, que había sido reeditada por CONACULTA en su momento. La mayoría de estas autoras nunca estuvieron tan alejadas de la academia o la política.

Imagen: UNAM (Vindictas)


Así es como nuevamente los nombres quedan empolvados en las mentes de los pocos lectores que aún las recuerdan. Una de estas grandes plumas es la de Guadalupe Dueñas, quizás la cuentista latinoamericana más prodigiosa del siglo XX. Hasta el día de hoy, fuera del reino de las librerías "de viejo", solo había una forma de conseguir obras de Dueñas: en un recopilatorio del Fondo de Cultura Económica que supera los 400 pesos mexicanos. Ésto antes de que nos sorprendiera la colección gratuita — pero agotada— “21 para el 21” del FCE, donde se incluyó uno de los más destacadas obras de la autora, Tiene la noche un árbol.

Guadalupe Dueñas nació en una familia acomodada de Guadalajara el 19 de octubre de 1910. Se formó en laa Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, siempre pensando en que su vocación estuvo en las letras, aún cuando se decantara más por la poesía. Más tarde, elegiría adentrarse del todo al cuento. Pero el momento que definió su carrera fue su acercamiento al mundo editorial e intelectual del naciente boom latinoamericano.

Dueñas decidió publicar sus cuentitos por sí misma en hojitas unidas que se acompañan de ilustraciones de su autoría. Cuando se acercó la FIL Guadalajara de aquel entonces, le pidió al encargado del stand del FCE la oportunidad de exhibir sus libros en un rinconcito; éste accedió. Poco se pensó que, en esa ocasión, clientes de la talla de Juan Rulfo consumieran esos cuentos, para así contactarla y lo demás... fuera historia.

Ilustración: Mayén - Camposdepulmas.com


Los maravillosos cuentos de Guadalupe Dueñas están lejos de Borges y más cerca de Horacio Quiroga. En sus palabras se esconde el horror disfrazado de cotidianidad. Quizá bajo la misma línea de Amparo Dávila e Inés Arredondo, pero sin dejar de sorprendernos por su originalidad. El mal querer y el mal amar se arrastran cual criaturas debajo de las camas o se ocultan dentro de los armarios en pequeños frascos que se esconden al mundo como los grandes secretos familiares. Su narrativa nos cuestiona una y otra vez la crueldad, la posesión, los celos y demás conductas irracionales del ser pensante que, se supone, nos representa.

Sin embargo, tampoco quiero abonar a que se le estime como solo una mujer que escribe, sino como una "maestra" del terror latinoamericano, precursora del realismo mágico más escabroso de la época, y, sobre todo, una pluma esencial para los amantes de las buenas historias. Si te interesa el su trabajo y tienes la suerte de encontrar sus textos (algunos muy complicados de conseguir), te recomiendo:

  • Las ratas

  • Tiene la noche un árbol

  • El sapo

  • Historia de mariquita

Foto: Proceso

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page