top of page

En boca de pocos: infancia es destino

Jaime Ortiz

30/junio/2022


México se encontraba en plena transición política después de una convulsa revolución que no terminaba por asentarse del todo en la vida de sus habitantes. En medio del caos, el 13 de julio de 1925 nace en la Ciudad de México un hombre que sería un referente total de su época: Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares, mejor conocido simplemente como Luis Spota. Tan genial como polifacético, en su madurez, Spota sería fundador (y primer presidente) del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), pero la parte de su carrera por la que sería más recordado está íntimamente relacionada a las letras.


En su juventud, Spota se forjaría un camino brillante en el periodismo desde los 14 años, llegando sorprendentemente a la dirección de La Extra a los escasos 21. Sin embargo, como escritor entregaría obras notables en sus novelas, entre la vastedad de éstas se encuentra Casi el paraíso (1953), la cual lo establecería como uno de los grandes escritores de la historia nacional.


La gran obra de Spota se dirige a través de dos líneas narrativas aparentemente paralelas que navegan, nunca mejor dicho, sobre un mismo argumento. La historia de Amadeo, hijo de una navegante y prostituta italiana, se centra en el ascenso accidentado que significó el andar del muchacho napolitano hacia su destino, el cual lo llevaría a estar involucrado en situaciones complicadas y con personajes tan erráticos y pintorescos como militares, gente de “la realeza” y, sobre todo, prostitutas.


Mientras tanto, la historia de Ugo Conti comienza de igual manera en un barco, haciendo realidad los deseos de una acaudalada mujer de la alta sociedad norteamericana, claro, entendiéndolo todo como parte de “su trabajo”.


¿Personajes paralelos?, quizás en un principio, pero es mediante la suspicacia del lector como los listones que unen personajes, lugares y situaciones compartidas entre ambos personajes como se entrelazan y tejen un prisma de un solo hombre, el príncipe italiano Ugo Conti, quien antes de adjudicarse el nombre de un pelirrojo descendiente de un héroe de guerra, era un joven de aspecto latino llamado Amadeo.


Pero eso a últimas no importa. El establecimiento de Conti en tierras mexicanas en calidad de huésped de lujo es uno de los puntos más fuertes de la novela, pues Spota desentraña de manera elegantemente hábil la psique de la naciente clase acomodada mexicana. ¿Por qué naciente?, la novedad se encuentra en la procedencia de los recursos de este sector de mexicanos.


La Revolución Mexicana, y demás conflictos europeos, llevaron a los habitantes de la república a enriquecerse con los vacíos legales de una constitución que no contemplaba todas las regulaciones fiscales sobre ingresos extranjeros, y sobre todo los ingresos que dejó el conflicto bélico nacional para algunos participantes.


"Fifis protegidos" por Kemchs (cartón de El Universal)


Es claro entonces que la búsqueda de legitimación de clase en los personajes que aparecen en la novela, más allá de lo económico, tenía que nutrirse de otras cuestiones como la íntima relación con los participantes en la política administrativa o bien “la compañía real”, siendo ésta última la que se complementa con la cercanía de los duques, reyes o príncipes.


Un panorama como éste se vuelve fértil para que impostores, como el príncipe Conti, se acerquen a sembrar la mentira, dando como resultado una serie de reflexiones que deja entrever Spota en los diálogos de él con la duquesa (personaje importante en la novela), los más exquisitos de la obra por cierto. En estas interacciones se llega a conclusiones reveladoras:


  • La importancia y estatus de una persona están en los ojos ajenos, no al portador de los títulos rimbombantes.

  • Las mentiras se creen y legitiman no siempre por los hechos, sino por la necesidad de su existencia.

  • ¿Vale más “ser” o “parecer”?


Santiago Ramírez, el gran psicoanalista mexicano, dejaría una de las frases más importantes del siglo XX: “Infancia es destino”. Y no habría mejor manera de enmarcar el caso de Amadeo-Conti que bajo esa lupa. La nave zarpa de un puerto a otro. Sobre el mar, la identidad es lo de menos para las prostitutas; una moneda de cambio que prioriza el placer es la salida para la gente que no tiene nada que perder detrás.


La herramienta de trabajo cambia. Para Amadeo, que siempre se rodeó de burdeles, aprendió a utilizar su cuerpo para vender lo que viste, y lo que refleja, en su etapa como Ugo Conti. ¿Impostor?, ¿estafador?, probablemente, pero eso pasa a segundo plano cuando esas mentiras son aceptadas y alabadas por aquellos que las necesitan para encapullarse en sus propias falacias. En fin, no veo razón alguna para no echarle ojo a esta joya de la literatura mexicana; ante todo en estos tiempos cuando los “estafadores de tinder” abundan y los audios de políticos mamarrachos que aparentan lo que no son salen a la luz.




Foto: LibroAbierto

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page