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Aumenta suicidio 72% en CDMX

En la capital del país, el 20% de las mujeres logran consumar el suicidio, mientras que ocho de cada 10 personas muertas por esta causa son hombres


Elisa Baños

02/junio/2022

Foto: El Mundo


Miraba su antebrazo, solo tenía un pensamiento: matarse. Tomó un perfilador de cejas, guardado celosamente en su habitación. Se cortó verticalmente el brazo. Su mamá ya le había limitado el acceso a los cuchillos de la casa. La música rebasaba los muros de su cuarto. Esa tarde había bebido dos cervezas y se sentía un poco ebria. Pensó: “es que yo no le encuentro sentido a la vida, no tengo un propósito para estar viva”.


Fue un trabajo difícil para la pequeña cuchilla penetrar la piel, así que comenzó a cortar capa por capa; estuvo alrededor de 30 minutos abriendo la lesión para lograr su cometido… morir. Veía mucha sangre. Su ropa y el piso estaba lleno de ella, pero eso no importaba. Con un pequeño trapo retiraba los coágulos generados por el corte. Quería desangrarse. Hasta que su mano empezó a mostrar convulsiones. No sabía si había tocado un tendón o un nervio. Sintió un hormigueo en la extremidad y después comenzó a arderle todo el brazo. Entonces despertó del trance y decidió parar…


En el otro cuarto se encontraban su madre y su sobrina. No quería que la encontraran en aquella escena dantesca. Pensó en sus seres queridos, en su futuro y pidió ayuda. Llamó a su mamá. Como pudo, sin recibir asistencia médica, con cinta le cerró la herida en su brazo. Ingirió el medicamento psiquiátrico, el cual no había tomado ese día y durmió profundamente…


Así vivió Elizabeth Rivera su último intento de suicidio, un 7 de octubre de 2021. La sobreviviente de 22 años vio como su salud mental decaía a causa del aislamiento social, una de las medidas preventivas para evitar la propagación de la infección por COVID-19, menciona: "fue estar continuamente conmigo misma, me deprimí mucho porque no tenía contacto con nadie que no fuera mi familia, además era pelear con mi propia mente todos los días".


De acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia, tan solo en la Ciudad de México, entre los años 2018 y 2019 se sumaron 928 decesos por suicidio, mientras que en 2020 y 2021, la cifra incrementó hasta mil 605 muertes. Es decir, que la tasa de suicidios incrementó en un 72.9% durante los dos años de pandemia por COVID-19.


El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto deliberado de quitarse la vida. Mientras tanto, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), lo cataloga como la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad.

Imagen: OPS/OMS


Natasha Alcocer, perteneciente a la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo y especialista en psiquiatría, contextualiza los diversos factores que llevan a un ser humano a suicidarse: “en el contexto mental, los trastornos más frecuentes asociados con el riesgo de suicidio son la depresión, el uso de sustancias y algunos trastornos que cursan con episodios psicóticos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. A nivel general, la presencia de desesperanza es importante, conforma uno de los factores frecuentemente asociados con los intentos de suicidio o suicidios consumados. Además, los problemas económicos, sobre todo, cuando se ven insolventables son un factor de riesgo y también las condiciones sociales que puedan condicionar la desesperanza.”


Después del encierro mundial de casi dos años, la incertidumbre sobre el futuro aumentó entre la población y, con ello, los problemas psicosociales. Esto se vió reflejado en el crecimiento del número de suicidios en la zona metropolitana.


Las alcaldías con más índice de suicidios son Iztapalapa con el 11%, siendo la alcaldía con mayor número de muertes; seguido de Gustavo A. Madero con el 7% y Álvaro Obregón con 5%. Mientras que el 46% no especifica la ubicación de las víctimas, según datos obtenidos por la Fiscalía a través de una solicitud de información.


La suma de hospitalizaciones en pacientes por la enfermedad de COVID-19 y las medidas tomadas por el Gobierno de la Ciudad de México ante la emergencia sanitaria provocaron un colapso en los servicios médicos hospitalarios y una crisis en la salud mental de los mexicanos.


La especialista comenta que los principales contratiempos durante la pandemia para obtener ayuda psicológica fueron: “la limitación de la atención presencial de una buena parte de la población, varios centros psiquiátricos limitaron la admisión intrahospitalaria y varios centros de atención psicológica bajaron o suspendieron temporalmente su atención.


“La pandemia nos tomó muy desprevenidos, sobre un sistema de salud ya muy deteriorado. Hizo falta mayor organización y comunicación entre todas las instituciones de salud. Creo que un factor muy importante y con gran impacto social fue el mal uso de la comunicación. Nos saturaron de datos. Nos han dado información falsa y poco confiable, al grado que gran parte de la población dejamos de confiar en la mayoría de los medios. Los medios de comunicación, en vez de ayudar a aclarar la situación o la información de por sí ya difícil y angustiante, contribuyó, en muchas ocasiones, a crear más confusión y caos”.

Foto: Getty Images


Una brecha de género

En la Ciudad de México, el 20% de las mujeres logran consumar el suicidio, mientras que ocho de cada 10 personas muertas por esta causa son hombres; en su mayoría, en edad productiva. Este dato es replicado a nivel nacional, en México el 80% de los suicidios son consumados por hombres.


De acuerdo con Faryde Lara, presidenta de la Fundación SAK para atención, prevención, tratamiento y acompañamiento en torno al suicidio, explicar este fenómeno es complicado: “El mayor porcentaje de muertes por suicidio son de hombres, sin embargo, las mujeres lo intentan más. Es necesario mencionar que las mujeres tienden a padecer más depresión, ansiedad y no hay que olvidar que 9 de cada 10 personas que intentan suicidarse o consuman el acto tienen una enfermedad mental”.


No obstante, la razón por la cual los hombres mueren en mayor medida “ tiene que ver con la letalidad de los métodos utilizados. Los hombres eligen métodos mucho más violentos, mientras que las mujeres tratan de utilizar procedimientos que no dañen su rostro. En este caso, los hombres al elegir tácticas más crueles, tienen menores probabilidades de ser rescatados. Esto no quiere decir que las mujeres esten en menor riesgo, quiere decir que puede que a las mujeres les tome mas intentos consumar el suicidio”.

Foto: RTVE.es


Centrificación profesional

Elizabeth buscó ayuda profesional en las instituciones que tenía a su alcance, pero después de experimentar las deficiencias y el abandono del personal dejó de asistir a consultas: “En tercer semestre de la carrera tuve un episodio depresivo y decidí acudir a los psicólogos de la universidad. Obtuve sólo cinco consultas por protocolo, para mi segunda cita la doctora me canalizó a psiquiatría de la UNAM. Me dio un formato para que me pudieran admitir. Al llegar, automáticamente me dijeron que no me podían atender porque no había hecho cita. Les expliqué mi situación. Yo ya había sido remitida, pero me negaron el acceso. Pensé ¿para qué lo intento si no me están dando el apoyo que yo debería tener? Además me tomaba tres horas para ir al psiquiatra. Mejor dejé de ir”.


Por esta razón no buscó apoyo en los servicios de gobierno, ni en las líneas de ayuda telefónicas.

Imagen: Fundación UNAM


Para la psiquiatra Faryde Lara, la capacitación del personal médico es una de las cuestiones fundamentales que se deben resolver dentro del sector sanitario del país: “Muchas veces un profesional de la atención primaria puede jugar un papel determinante, tanto puede ser un factor de protección para los pacientes como puede ser también un precipitante”.


Sin embargo, de acuerdo con la también suicidóloga, el problema principal dentro del territorio mexicano en cuanto al acceso a la salud mental es la inversión económica: “Para el gobierno mexicano, el sector salud no es una prioridad. El presupuesto del PIB destinado a salud es del 2%; solamente el 0.3% se destina a salud mental”.


La restringida cifra de capital destinado a cuestiones médicas psiquiátricas desencadena los obstáculos en donde se sustenta el limitado acceso a la higiene mental como la falta de recursos y talentos humanos.


De acuerdo con datos del INEGI, en 2019, se registraron 6,808 suicidios; lo que representa una tasa de 5.7 por cada 100 mil habitantes. Para el mismo año existían 12 psicólogos por cada 10 mil habitantes. En contraste con los datos recabados, la doctora Faryde señala: “La tasa de suicidios en México es alrededor de 5.6 por cada 100 mil habitantes actualmente, y la población médica es de casi 30 por cada 100 mil habitantes”. Lo que es —y sigue siendo— insuficiente para la satisfactoria atención de la salud psicológica de los mexicanos.


Existe un asunto preocupante para la presidenta de SAK: “En este momento, las enfermedades mentales son un grave problema de salud pública. Uno de cada tres mexicanos puede padecer algun transtorno que puede relacionarse de manera directa o indirecta con el suicidio; es decir, 1 de cada 3 mexicanos debería estar en psicoterapia o visitar al psiquiatra. El tema es que, para todo el país, hay menos de 5 mil psiquiatras. Hay estados donde ni siquiera hay psiquiatras”.


El acceso a la salud mental está centrificada. La distribución de los profesionistas no es la misma en cada estado o ciudad del país, por lo que algunas zonas geográficas estarían aún más carentes de especialistas para la atención de la salud psicológica. De acuerdo con el artículo "Los especialistas en psiquiatría en México" de Heinze Del Carmen y Carmona-Huerta, la distribución de los especialistas en psiquiatría es el siguiente: “el 42.09% del total ejerce en la Ciudad de México, en Jalisco el 11.22% y en Nuevo León el 7.03% del total de los especialistas en 2016”.


Traduciéndose de mejor manera, los tres estados con mayor número de psiquiatras concentran al 60.34% del total de psiquiatras en México; el 39.66% restante se encontró distribuido en las 29 entidades federativas restantes. concentrados principalmente en zonas urbanas.

Imagen: COMECSO


La salud mental dentro del estigma social

“Yo pensaba que todo lo que estaba sintiendo no era real. Mi papá siempre me decía: 'no haces nada; por eso te sientes así'. Hubo un momento donde pensé que yo me estaba inventando todo y lo que sentía era falso”, describe Elizabeth.


De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, en México, sólo dos de cada diez personas que tienen un problema de salud mental buscan atención especializada; lo hacen en un lapso de entre cuatro y 12 años después de manifestar síntomas.


La especialista Natasha Alcocer considera que la principal barrera del propio estigma social que se tiene sobre la salud mental es que “el acudir con algún profesional de salud mental todavía se visualiza como estar 'loco' y todavía se hace en forma algo oculta (...). Aún falta mucho en cuanto a la promoción de la salud mental en la sociedad. En los hospitales generales y clínicas de primer nivel, en general, hay poco personal de salud mental, y ésta (última) no se integra como parte de la salud general, cuando sí lo es".

Foto: Canal Salud (IMQ)


Es cuestión de pedir ayuda

Principalmente sí. Para la suicidóloga Faryde Lara: “Lo primero es pedir ayuda. Estar dispuesto a acudir a especialistas. Partiría también desde un principio de empatía, fomentar el autocuidado, preocuparte por estar bien y preocuparte porque tu entorno esté bien; porque tus seres queridos estén bien”.


Si bien no hay un método específico para la prevención del suicidio, “un aspecto muy importante es la información, pero que sea en forma clara, no alarmista, con opciones para la población sobre qué hacer. Una parte importante es poder hablar, tener comunicación libre. No deben existir temas prohibidos dentro de las familias. Se debe poder hablar de sexo, de sexualidad, de drogas, de dinero y de muerte. Si hay cercanía y confianza dentro de las familias, habrá mayor posibilidad de que se detecte tempranamente algún problema importante, y de que se pueda intervenir a tiempo”, propone la especialista Natasha Alcocer.


Por último, desde su vivencia, Elizabeth aconseja: “Pidan ayuda, 100 por ciento, porque a veces nos callamos muchas cosas. Porque en nuestra sociedad no está permitido sentirse mal. El que se siente mal es porque está sin nada que hacer. El que se siente mal es porque quiere estar mal. Para mí intentar matarme fue llegar hasta el fondo. Yo sabía que ya no podía estar más bajo; sé que ya no puedo estar más bajo y solo me queda subir”.

Imagen: Rolling Stone (en español)

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